Clases al aire libre

Clases al aire libre

Epidemiólogos y pedagogos proponen un protocolo que busca una educación con clases al aire libre, usando parques, calles peatonales o patios para impartir clase de manera segura.

El desafío de encajar a los alumnos en las escuelas con grupos reducidos permitiendo la conciliación y la seguridad no es nuevo en la historia de Europa.

En los años cincuenta, en Dinamarca, tras la Segunda Guerra Mundial, se encontraron con una situación similar. Miles de madres debían incorporarse a trabajar y dejar a sus hijos en escuelas donde no cabían.

Entonces la solución la encontraron mirando alrededor. Idearon un sistema de rotación en el que cada grupo pasaba algunos días en el aula y otros, al aire libre.

Colegios en la naturaleza

Así es como surgieron los colegios en la naturaleza modernos en Europa, hoy en día extendidos por todo el mundo y en España están también en auge.

Inspirada por este modelo, la Asociación Nacional de Educación en la Naturaleza (EDNA) ha diseñado un protocolo y una propuesta de adecuación de los centros educativos convencionales.

Su manifiesto y su propuesta ha logrado en pocos días más de 3.000 respaldos, entre los que destacan figuras como el pedagogo italiano Francesco Tonucci.

Alejadas de la imagen distópica de niños confinados entre líneas en su patio, proponen convertir a los espacios exteriores y el aire libre en aliados del proceso educativo.

Para llevar a cabo su propuesta habría que crear grupos burbuja, de unos 15 alumnos con uno o dos adultos de referencia según la edad, lo que convertiría a todos los docentes del centro en tutores.

Deben ser siempre los mismos profesores y los mismos alumnos, que se relacionan con normalidad, pero sin interacción física con otros grupos.

En caso de contagio, no hace falta cerrar la escuela entera, solo mandar a casa a ese grupo burbuja; en cada grupo no es necesario mantener distancia de seguridad, es como si fueran convivientes.

Los epidemiólogos avalan esta propuesta

Los epidemiólogos alertan de los riesgos de los espacios cerrados y resaltan las múltiples ventajas para la salud y el desarrollo cognitivo que supone el contacto con la naturaleza.

La propuesta combina formación en el aula, herramientas digitales y clases en el exterior, convirtiendo el entorno o la ciudad en aliado educativo. En lugar de buscar los espacios dentro del propio edificio.

El aire libre permite además unas oportunidades de aprendizaje a través de la experimentación, la exploración y la experiencia directa.

Explica Katia Hueso, una de las pioneras de las escuelas bosque en España y fundadora de la escuela Saltamontes hace casi una década.

Sería necesario diseñar un programa para que no coincidan con otros grupos, utilizando bibliotecas, museos, zoológicos, parques, calles peatonales, o patios de edificios institucionales.

“En lugar de dejarlos en casa viendo vídeos les llevas a la naturaleza y a la ciudad a ver lo que ocurre en directo y solucionas el problema de la conciliación” – argumenta Bibiana Marful.

Esta propuesta implica un cambio de paradigma con las clases al aire libre, y remite a experiencias como las de la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, que ya a principios del siglo XX trabajaba sus materias en el exterior.

Fuente: El País

Por | 2020-06-04T17:17:04+00:00 04/06/2020|Educación|Sin comentarios

Sobre el Autor:

Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Fiscal y Abogado colegiado. Más de 15 años de experiencia en la dirección de Despachos Profesionales. Inversor en startups tecnológicas y fundador de Rosetta Advisor y del Centro de Innovación de Despachos Profesionales.

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